martes, 3 de abril de 2012




"Ashley se sentía más sola que nunca aquel principio de año. Estaba enamorada, y eso no debía haber sucedido. Por qué no lo habré conocido hace tiempo, dónde estaba él. Y ahora es tarde, demasiado tarde. Pero después cerraba los ojos y decía aquellas palabras que se habían vuelto como una oración, y él tiene tu rostro, y tus ojos, y tus manos, y tu voz, y es irlandés, y tiene cincuenta y dos años. Cuando sentimos la ausencia, el deseo, eso tiene algo que ver con los números negativos. El espacio entre las personas, entre las piedras, es el origen de las fracciones. Recordó que uno de sus profesores en la Slade le había dicho que estudiase matemáticas, los números son un lenguaje, quizá el más universal. Ella no había estudiado matemáticas, no había estudiado ruso, nunca había estado en Groenlandia. Tenía treinta y cinco años y estaba muy cansada. Tanto trabajo, tanta búsqueda, y sé menos que nunca. No sé por qué he vuelto a Londres, pero él estaba en mi casa esperándome, y no puede haber sucedido por casualidad, ha sido como un milagro, y es un milagro que él exista y sea así, aquel rostro, aquellos ojos, aquella voz. Un deseo enorme, y el deseo se extiende por las cosas que me rodean, y siento ganas de vivir, tengo un terrible deseo de vivir".


(Si nos encontramos de nuevo. Ana Teresa Pereira. Baile del sol 2012)

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