jueves, 9 de agosto de 2012



..."Empecé a aburrirme cuando llevaba allí unos quince días. En todo ese tiempo, no me moví de la tienda. Las ventas iban bien. Los libros tenían buena salida; y en cuanto a la publicidad, me lo daban todo hecho. Cada semana la central me mandaba junto con el paquete de libros en depósito, unos cuantos folletos y desplegables, para que los colocara en las estanterías bajo el libro correspondiente o en un lugar bien visible. En la mayoría de los casos, con leer la reseña del libro y abrirlo por cuatro o cinco páginas distintas ya me hacía una idea más que suficiente de su contenido; más que suficiente, en cualquier caso, para poder dar una respuesta satisfactoria al desgraciado que se dejara convencer por los reclamos al uso: cubierta ilustrada, el folleto y la foto del autor con la breve nota biográfica. Los libros son muy caros, y todos esos artificios tienen un finalidad muy concreta; demuestran, además, que la gente no siente ningún interés por comprar buena literatura; el libro que quieren leer es el que recomienda su club, el libro del que se habla, y su contenido les importa un bledo."

madre mía... leo en la contraportada que Boris Vian publicó Escupiré sobre vuestra tumba, en 1946. ¡en el 46! ... y esto?... no es lo mismo que decimos hoy? y la evolución de la especie?

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