sábado, 6 de octubre de 2012


... "Lelé amaba a los osos hormigueros, sus cuerpos oseznos, sus lenguas largas y vibrantes y su debilidad por los lugares húmedos y penumbrosos junto al río. Me explicó también las historias que los niños indios aprenden de memoria para reconocer infaliblemente los pájaros.

-¿Ves ese montón de barro en el árbol, que recuerda a una colmena?
-Es un nido de abejorros o algo -probé mi suerte.
-No,eso lo monta un pequeño y discreto pajarillo gris, lo llaman Juan Frangoso. Si su compañera es infiel, voluntariamente se sienta dentro del extraño nido y él la engancha con barro, éste se seca y la hembra se muere.
Al imaginármelo me dio un vuelco el estómago.
-Pues es una leyenda estúpida, o qué es eso -casi gritaba de la rabia.

Pero Lelé no se reía. Sólo dijo que no era ninguna leyenda, sino que así se comportan de verdad estos pájaros. Yo sentía que cuando observaba a los animales en silencio, con eso suplía algo que alguna vez echó de menos. Estaba segura de que echaba muchísimo algo de menos. Pero nunca hablaba de eso. Sólo me rastreaba en silencio. Observaba mis costumbres, mi cara, estudiaba mis gustos y sabía qué marca de cigarrillos debía traerme de la ciudad. Y yo me di cuenta de que si alguna vez le fuera infiel, me sentaría en el nido y voluntariamente me dejaría emparedar de barro. Y nunca pensé en él como mi amante o mi hombre. Era un elemento en el aire, necesario para sobrevivir, una célula fundamental de la que ahora se componía mi cuerpo."


((Mis ojos te llevarán a casa, de Markéta Pilátová. Traducción de Kepa Uharte. Baile del sol 2012))

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