viernes, 5 de agosto de 2011





Radical. hacía tiempo que nadie me llamaba así por decir lo que pienso de nuestras inexistentes políticas culturales. hace mucho pero mucho, que me mantengo alejada de tales historias, ante la más que patente falta de interés de nuestro gobierno en materia editorial tomé la decisión de no seguir gastando mis energías en convencerlos de nada. no les interesa y punto, les interesa más volver a traer a Juanes o a Maná o a cualquiera de ellos, porque ellos son toda la cultura que necesitamos, que necesita el pueblo no? pues eso... ¿que quitaron las ayudas a la coedición de libros y con eso las ayudas a la publicación de autores canarios? pues bueno ¿que desaparece la dirección del libro? pues vale ¿que quitan las ayudas para acudir a las ferias internacionales? pues nos quedamos... ¿que no hay ayudas a la traducción y los editores que trabajamos fuera no tenemos herramientas para la exportación? no nos preocupemos, ya se ocupa septenio de traducir a nuestros ilustres, supongo que con eso basta, ¿que lo único que existe es el vacío, el silencio y la falta de interés? pues es lo que hay, este es el nivel señores, no hay más. si ellos se escudan en que no hay sector, pues tendrán razón, no hay sector, y si no quieren entender que hay empresas editoriales y que eso debería bastarles, pues que no lo entiendan. Se ha convertido todo en algo desolador y cansino... y lo mejor en estos casos, es dejarlos y seguir tu camino. luego, cuando seamos una editorial supermegafamosa, vendrán con el cuento de que somos canarios...



con esto que digo, no creo ser radical para nada. sólo que si me llaman así guardando silencio, quizás estaría bien darles motivos. mientras me lo pienso, un poema de Ivana Bodrozic. raro en mí, me leo el poemario de arriba abajo, me ha encantado.






La habitación 325






Los traductores tienen derecho

a no traducir el término



El mundo sucede alrededor de mí.



Yo vivo en un hotel

y todos los días cuando voy a la escuela

dejo la llave en recepción

en la pequeña casilla 325,

un poco más pequeña que la habitación en la que

vivimos

mi madre, mi hermano y yo,

y el televisor que un día

tal vez nos diga

dónde está mi padre.

Hasta entonces tres de todo:

camas, tazas, cucharas,

el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,

y como cobardes compramos

tres de todo

como si ya con él

no contáramos.

Y hay un cojín para sentarse

hecho de la piel

de su chaqueta que

mi tía salvó de Vukovar,

es más o menos todo,

a mi madre nadie,

nadie

la salvará,

ella pasará años en el pequeño baño

de la habitación 325

escribiendo cartas a mi padre

que está DESAPARECIDO.



Ése es el término oficial.



"Primer paso a la oscuridad". Baile del Sol, 2011. Ivana Bodrozic



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