miércoles, 29 de febrero de 2012




me llevo para leer en el avión, la entrevista a Cristóbal de la Rosa, que aparece en creativa canaria "tenemos que impulsar el sector (cultural) todos a una e intentar demostrar a la sociedad que la Cultura tiene un valor importante y evitar esa sensación de que si se pierde un festival u otro, no va a pasar nada porque a la sociedad no le importa", De la Rosa también defiende la inversión pública máxima en Cultura como consecuencia inevitable del sentido propio del Estado de Bienestar.


Llegamos a Povoa, y asistimos a Correntes d`escritas. Uberto Stabile, Manuel Moya, Manuela Ribeiro, Daniel Mordzinski... descubro autores con los que me gustaría contar, manuel jorge marmelo, es la asignatura pendiente. un recuerdo a Rui Costa, un homenaje a Rubem Fonseca. sencillez y corazón en la palabra.


frente a él, nos encontramos también con Dios, porque ya sabemos, que vestirse de dios, es el disfraz recurrente de mucho escritor, así siempre, aunque intentes evitarlo, terminas topándote con el supremo. esta vez el traje se lo puso Sepúlveda, que en su casa, toca la campanilla para que los invitados guarden silencio y puedan escuchar atentos lo que tiene que decir. en povoa, dios abrió las puertas del comedor y vino a buscar a sus elegidos, él, divino, los señaló con su dedo de gracia invitándoles, aunque aquel no fuera su comedor, aunque no se trajera la campanilla, algunos, los que no sonreimos a su paso, no fuimos invitados.


aún así, hubo comida para todos.


aquí en canarias, también tenemos unos cuantos dioses, (somos unos paganos), algunos nos miran condescendientes desde la distancia, y aunque lleven fuera de las islas mil y un año, ellos desde la capital, todo lo saben, todo lo ven, se sienten capaces de hablar del sila, del sector editorial de las islas, de lo que debemos hacer, de lo que somos, de lo que nos debe parecer que los libreros no te hagan ni caso...


me son suficientes dos párrafos para dejar de leer tanta cretinada, mejor canto... aaaay san nicolás, me cago en diez, no puedo más...




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