viernes, 10 de febrero de 2012
a veces lo que gira a tu alrededor te hace dudar de todo lo que haces, e incluso a veces de lo que eres. todo puede parecer tan aséptico, tan vacío de contenido, tan... tan... incluso eso! pero entonces una mañana cualquiera aunque las ganas no te acompañen te encuentras a alguien que coloca de nuevo todo en su sitio. que te hace renovar fuerzas, que te hace creer en lo que haces. y todo vuelve a empezar. te sacudes las telas de arañas. y a ver las casas de colores en la ciudad. incluso.
esta mañana, la directora de la editorial Le Fennec, que estuvo con nosotros en SILA, nos ha convidado a comer en su casa. cous cous. la comida tradicional de los viernes. te sientes abrumada con una amabilidad que no sabes muy bien cómo corresponder. la sonrisa te llega cuando al asomarte a su ventanal descubres el King Palace delante mismo de tus ojos, ahí estaba, tan cerca.
hablas de la edición, de las nuevas tecnologías, de los autores ¿qué es un escritor joven? ¿el que tiene menos de treinta años o el que tiene cuarenta y toma la decisión de empezar a escribir?, de la renovación de la feria, de los libros que vendes, del próximo SILA, de la relación con el gobierno, hay planes para reunirse con los nuevos responsables, por primera vez escuchan (como a nosotros)...
te enteras que Layla había publicado a Boubacar Boris Diop, y que tuvo la oportunidad de conocerlo en SILA. así que sin saber aunque queriendo vas poniendo tu granito de arena. eso te anima a comerte enterita la exquisita tarta de manzana sin pensar en todo ese azúcar.
son estas pequeñas cosas que no te quita nadie.
Layla nos regala un libro de su editorial, Le Fennec: Ella/Elle, de Juan Goytisolo, traducido al español, al francés, y al árabe:
"Ella: Poco a poco me has contagiado tu misantropía. Únicamente me siento bien, como tú, con un puñado de amigos. ¡Lástima que, salvo unas cuantas excepciones, nuestros amigos sean diferentes!"
*****
Un día, al hablar con llaneza e informalidad de la muerte, le había mostrado la traducción aproximativa de un verso sufí: Pisa la tierra con suavidad, pronto será tu tumba. Ella, la aligera, la que evitaba la gravedad de puntillas, lo leyó atentamente y añadió con la risa bailándole en los ojos: "Así es, tus árabes tienen siempre razón. Pero esta prontitud no me conviene. Ni tú ni yo debemos impacientarnos".
(los gatos aquí, son iguales a los de allá, aún no los he oido hablar)
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