jueves, 27 de marzo de 2014

Aonde o vento me levar




... "Fathma era apenas una menina e talvez ainda tivesse um sorriso inocente. Nâo mascava chicletes e o brilho ainda nâo lhe tinha abandonado o olhar. Mas alguém, um soldado, reparou nos botôes bonitos que ela tinha a nascer no peito e concluiu, primero, que Fathma podia començar a ser mulher; despois, que Fathma também podia ser soldado e matar.
      Enquanto contava isto, Fathma mascava mais e mais depressa a sua chiclete.Antes de sair pela porta sem, sequer, olhar pra mim,disse algo que nâo esquecerei: "Em todas as guerras há um momento em que as explosôes cessam por um instante. Parece que o pó se imobiliza e que todo o ar é sugado para dentro de si mesmo. Nem os gemidos dos mutilados se escutam. Fecham-se os olhos, apagam-se os sentidos quase todos, respira-se fundo e sente-se um leve peso no peito. É uma espécie de paz e espera-se insensatamente que tudo acabe, que nâo recomece mais, mesmo que se esteja já morto. Mas a trégua é breve e efémera e logo voltam os estampidos, os gritos, as rebentaçôes, o crepitar das árvores quebrando-se. Nâo importa se se morre ou se se mata, desde que acabe. Sabe-se que o inimigo já nos tomou por dentroe que a guerra está entranhada dentro de nós. É isto a loucura.""


es este, un pequeño fragmento de la novela "Aonde o Vento Me Levar" del escritor portugués, Manuel Jorge Marmelo, publicado por la editorial Quetzal. me ha parecido magnífica, de esas obras que lees y lees y no puedes dejar hasta que llegas al fin, de esas, de las que guardas un buen recuerdo y la conviertes en uno de tus libros preferidos, de esas que lo tienen todo: te hace reir, te arruga el corazón, o te deja en silencio, como me ocurrió al leer este trocito. Marmelo ganó merecidamente el premio de Correntes d'Escritas de este año. Me pareció esta una buena forma de darle un abrazo a Manuela.  

lunes, 24 de marzo de 2014

SOLO HABLARÉ DE AMOR (Cerraré los ojos), José Ovejero



 
Me perderé, ciego, en los paisajes
familiares y arcanos de tu cuerpo entregado,
balbucearé, si es preciso, como un niño, amante,
esclavo, mientras mis manos devoran,
cautelosos tiburones, tu carne extendida,
tu confiada oferta.
Solo hablaré de amor,
reiré, incluso, tras el necesario parapeto
de los párpados, me abarcará
una honda alegría, y haremos
como si el mundo solo estuviese habitado
por mares tranquilos,
inmensos bosques jurásicos,
flores como pintadas por un niño, y, a lo sumo
peces somnolientos y abisales.
Hablaré, te hablaré, de amor,
ignorando bocas ávidas, tropicales catástrofes,
la sangre y el grio, la perfecta dentadura
de los presidendes y sus edecanes.
Nada existirá, salvo tú,
no sabré de otro río que tu saliva,
de otra selva que tu sexo,
solo el tembloroso relieve de tu cuerpo
será mi geografía.
Hoy, al menos hoy, solo hablaré de amor
(cerraré los ojos)
mi lengua
se acercará a la tuya para abrazarla,
serán para mí tu sonrisa, tu susurro, tu grito,
aunque no vea (no podré ver) tu mirada
aleteando sobre mi rostro
como para anidar en él,
sentiré tu urgencia, me vencerá
tu júbilo.
En el tibio océano de la noche
seremos náufragos, las olas
nos lamerán los pies sin despertarnos.
Oiré, con los ojos cerrados,
el pausado ir y venir de tu aliento.
 
José Ovejero "El estado de la nación", colección Visor de poesía.