miércoles, 21 de diciembre de 2011


Esta, es Solito. La quería llamar Sol, pero cuando la encontramos Tito y yo, la pobre no tenía cuerpo pa´tanto nombre. Cruzaba la carretera, sin rumbo, perdida. Flaca y sin bigotes. Por supuesto... la traje pa´casa. Ya la ven... supermegaestresada. El sábado me hizo compañía mientras yo, al solito, deshojaba la margarita de mis pensamientos... sí, no, bueno-vale, no puede ser, sólo una vez, olvídate... Por supuesto... hice todo lo contrario a lo que decidí. Como la vida misma.

Dice Carmen Camacho en Minimás (baile del sol, 2008)

¿en qué inviertes tus latidos?

viernes, 16 de diciembre de 2011






..."Ashley se sentía más sola que nunca aquel principio de año. Estaba enamorada, y eso no debía haber sucedido. Por qué no lo habré conocido hace tiempo, dónde estaba él. Y ahora es tarde, demasiado tarde. Pero después cerraba los ojos y decía aquellas palabras que se habían vuelto como una oración, y él tiene tu rostro, y tus ojos, y tus manos, y tu voz, y es irlandés, y tiene cincuenta y dos años. Cuando sentimos la ausencia, el deseo, eso tiene algo que ver con los números negativos. El espacio entre las personas, entre las piedras, es el origen de las facciones. Recordó que uno de los profesores de la Slade le había dicho que estudiase matemáticas, los números son un lenguaje, quizá el más universal. Ella no había estudiado matemáticas, no había estudiado ruso, nunca había estado en Groenlandia. Tenía treinta y cinco años y estaba muy cansada. Tanto trabajo, tanta búsqueda, y sé menos que nunca. No sé por qué he vuelto a Londres, pero él estaba en mi casa esperándome, y no puede haber sucedido por casualidad, ha sido como un milagro, y es un milagro que él exista y sea así, aquel rostro, aquellos ojos, aquella voz. Un deseo enorme, y el deseo se extiende por las cosas que me rodean, y siento ganas de vivir, tengo un terrible deseo de vivir".

Estoy en la espera impaciente de tener este libro entre mis manos para volver a leerlo, Si nos encontramos de nuevo, de Ana Teresa Pereira, tan absolutamente magistral como lo es Stoner, como lo son tantos otros. disfruté de cada una de sus líneas y al encontrarme ahora con este fragmento, he pensado que era el momento de compartirlo. hoy amanecí como hacía tiempo no lo hacía, a pesar del mac que dejó de funcionar, de la gata que me arrancó las teclas del teclado, de la incertidumbre, de los despropósitos, de las decepciones, de la vida... que esto es lo que hay mariadelosangelesminiña... que no hay más!!! así que me propongo disfrutar de este día soleado, de este cielo azul, y de la gente que me dice a veces que me quiere.


(el de la foto, un gato mejicano que me regaló Talía)

lunes, 12 de diciembre de 2011



..."No era la patria, sin embargo, lo que recordaba de aquella tarde sobrenatural, sino la visión milimétrica de aquellos relieves tormentosos de morirse en sus brazos. Aunque Eslava Santos irradiaba un vapor silente que se ensañaba con la cordura de los hombres, y pese a que sus glándulas eran exultantes en todo su cuerpo, Leo Bernoli se detuvo arbitrariamente en la redondez imperiosa de los senos. Sin motivos válidos, Leo Bernoli había asociado siempre la desmesura de los pechos a una sumisión absoluta en el dormitorio, a la entrega total a la crianza de los hijos y a una indiferencia política: una actitud pasiva ante la vida.

Por ello se sentía desconcertado al verla fluir en el mundo con tanta autonomía, dirigiendo la dirección de los vientos con la misma frescura con que peleaba cada centavo en los comericos, reprimiendo públicamente a los delegados oficiales por esta manía bárbara de llevarse a los niños de las escuelas, consiguiendo las novedades del mundo de boca de los marineros ansiosos del puerto. Varios días después, Leo Bernoli cayó en la cuenta de que otra vez estaba dejando pasar la oportunidad de su vida, pero ahora se debía a la parálisis que le generaba saberse inferior. Leo Bernoli quería decirle que él recordaba a los delfines hacer sus gracias de amor desde los tiempos inmemoriales antes de Pariadón, cuando la patria de serpiente era un monumento de pie, pero Eslava Santos había resultado ser el tipo de mujer que más lo desalentaba: las que se valían por sí mismas. Nunca tendría el temple necesario para encararla. Fue a buscar la cura de sus suplicios donde las holandesas, para que me digan que Eslava Santos es una mulata como cualquier otra, con olor a orín guardado entre las piernas, y restos del almuerzo de ayer entre los dientes, y sedimentos de amarguras antiguas en la lengua..."


(La increíble patria de Leo Bernoli, Joao M. Cruz. Baile del Sol)

jueves, 8 de diciembre de 2011



... Creo en la felicidad o, mejor, en los momentos felices.







(Los artistas. Javier Cánaves. Baile del Sol)