lunes, 20 de julio de 2009


"... Las calles respiraban tranquilas, si es que pueden respirar, y entonces, al amparo del silencio, quebrado únicamente por los esporádicos balbuceos de los desheredados, los gatos salían con sigilo de sus escondites, los ojos enormes y resplandecientes por la luz de nuestros faros, y trotaban por los callejones y rebuscaban entre los desperdicios, si el camión no les había hurtado aún las bolsas de basura que contenían sus cenas. Mi abuela paterna, supersticiosa, me había aconsejado docenas de veces que, ante la visión de un gato negro, escupiese sin demora, para deshacer el hechizo o la maldición posteriores. Pero yo renegaba de estas manías y creencias porque, para mí, no hay otro animal más sagrado y misterioso que el felino."


José Ángel Barrueco. "Recuerdos de un cine de barrio". Baile del Sol 2009.

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