viernes, 30 de octubre de 2009



Hace unos años participé en uno de los encuentros que la FGEE, organiza cada año en Santander. En aquella ocasión, la temática tenía como base la propiedad intelectual, aunque finalmente, aquel encuentro giró en torno al analisis de lo que sería la llegada del libro electrónico, con bronca incluida con el que en ese momento representaba a Google, presente en dichas jornadas. En uno de los recesos me acerqué a la librería del recinto y me hice con un libro publicado por Paidós, que precisamente llevaba por título "El futuro del libro. ¿Esto matará eso?", una edición nada más y nada menos del año 98.

Hace unos días, llegamos de Frankfurt, de participar en la feria, en uno de los periódicos nacionales, pudimos leer algo así como que Frankfurt se rendía ante el libro electrónico. Pero yo, la verdad es que no vi ni uno.

No sé si es que no caminé por el recinto adecuado, posiblemente. No sé, si eso del libro electrónico "se lleva" en la conversación, se negocia, se acuerda, se contrata en una nebulosa etérea y uno no se entera, posiblemente. No sé qué esperaba encontrar que me demostrara ciertamente el titular. No lo encontré. No hallé la rendición.

Como esto del libro electrónico se ha convertido ya en tema habitual de conversación, un tema que pienso nos viene impuesto, y que aceptamos más por aburrimiento y saturación que por otra cosa, lo estuvimos hablando con un editor croata durante la feria, pero su interés por este tema, no era ni con mucho de preocupación. El libro electrónico lo ve como un tema lejano, por no decir remoto.

Unos días antes, llegaba de participar en un foro que trataba del concepto de Bibliodiversidad. Estaban presentes algunos de los editores que yo considero "padres" del mismo, entre ellos, Pablo Harari, de la editorial Trilce, de Uruguay, con quien había compartido mesa hacía unos años. Fue en sí mismo, un encuentro interesante, y muy bien aprovechado. También allí pregunté por el libro electrónico. Y encontré la misma respuesta: el libro electrónico queda lejos. Lo que entre otras cosas preocupa al editor de américa latina, es que sus libros estén en las librerías, que tengan visibilidad, y que las grandes editoriales... españolas les dejen un espacio y no copen sus mercados.

Dicen, algunos, que el concepto de bibliodiversidad, es un concepto caduco, pasado de moda, superado. Pero yo no puedo estar de acuerdo con esta idea, visto el resumen expuesto de mis idas y venidas, y teniendo en cuenta lo que escucho, lo que comparto y lo que veo. Es por eso, que no sé muy bien a quién preocupa el libro electrónico, dónde y cuándo va a desaparecer el libro en papel y quién dice que el concepto de bibliodiversidad está caduco. Creo más bien, que ambas cuestiones son plenamente vigentes y compatibles, y que según donde vayas y con quién estés prevalecerá una u otra.

Y si me paro un momento, la sensación real que tengo es que simplemente, nos estamos dejando arrastrar, estamos entrando en un juego amañado por otros, por los de siempre, por los grandes, por los que ya tienen el control, que te dicen que tienes que estar. Y eso, si me paro un momento y lo pienso de veras, no me gusta nada.

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