martes, 6 de enero de 2009

Del libro... (3)



El cambio lo producen los libros.

Tiene razón Gabriel Zaid cuando se pregunta, no sin ironía: "Los suicidas wertherianos, de no leer el Wether, ¿no se hubieran suicidado? La lectura de Marx, ¿produjo el 26 de julio en Cuba? La lectura de los evangelios, ¿produjo el bombardeo de Hiroshima?" Más aún: señala el autor de Los demasiados libros que "los sentimientos de culpa de la gente que escribe son conocidísimos, y en parte explican la obsesión de poner la pluma al servicio de "causas útiles", para sentirse menos inservibles". Pero "si pudimos esperar hasta 1966 para tener en español la Fenomenología del espíritu, sin que se haya caído el mundo de habla española por falta de Hegel, y si ahora que tenemos la traducción seguimos sin leerla, y si Castro declara públicamente que no ha leído más que las primeras páginas de El Capital, ¿de qué estamos hablando al hablar de influencia de los libros, ya no digamos en las masas?"

Lo que no se quiere entender es que la influencia de los libros es, por lo general, lenta y selectiva; que no es que cambie la vida de millones de lectores en un instante, sino que transforman el espíritu y las ideas de algunas personas entre las cuales se inscribien las aún más pocas que conseguirán, a lo largo de los años, las décadas y los siglos, influir y mejorar su época gracias a haber conferido vitalidad y potencia a las palabras muertas de unos libros que fueron leídos, realmente, por una minoría.

Juan Domingo Argüelles (Del libro, con el libro, por el libro...) Ediciones del Ermitaño. Méjico.2008

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