lunes, 12 de enero de 2009

Un proyecto cultural de la República (1931-36)


Hace unos meses tuve la suerte de conocer un proyecto que se puso en marcha durante la República que me ha parecido impresionante: Misiones Pedagógicas. Lo he recordado y lo comento, porque ayer leía un suplemento de cultura atrasado y hablaban de Miguel Hernández, y su vinculación e incorporación a este proyecto, y recordé que en el libro editado sobre las Misiones, venía la reproducción de un marcapáginas que me gustó mucho y quería compartirlo.
Aunque imagino que muchos lo conocen, para los que no, les comento muy someramente, que estas Misiones, consistían en llevar a los núcleos de población rural, a los pueblos con mayores dificultades de acceso, de comunicación con los núcleos más urbanos, y a las zonas con mayor índice de analfabetización, espectáculos o muestras culturales, de los distintos órdenes, géneros o disciplinas, como quieran llamarlo: Teatro, guiñol, coros, cine, "el Museo del Pueblo", de carácter itinerante (se hacían copias de cuadros de los "grandes maestros", se imprimían litografías y se regalaban entre los habitantes), etc, pero sobre todo este proyecto, que fue lo que evidentemente me enganchó, se volcó en la difusión de la lectura, y en la creación de bibliotecas. Se hacían lotes de libros que se iban dejando a la guardia y custodia de los "maestros de escuela".
Nos informa el libro... "Hasta junio de 1936, las bibliotecas de Misiones habían llegado a 5.522 lugares... a poblaciones de menos de cinco mil habitantes, y en una muy grande proporción a pueblecitos de cincuenta, de cien y de doscientos vecinos, verdaderas aldeas en donde no se contaba, ni en la realidad ni casi en esperanza, con ningún medio de cultura".
En fin, les recomiendo el libro, está editado por la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales/ Residencia de estudiantes, contiene además unas fotos magníficas.
Y como a lo que iba era a reproducirles el marcapáginas... aquí va:
PATRONATO DE MISIONES PEDAGÓGICAS
Los libros deben ser tratados no sólo con esmero, sino con cariño, porque son amigos que nos proporcionan placer y enseñanza.
Hay que hacer que los libros duren, para que otros obtengan con su lectura la misma alegría y el mismo deleite que nosotros hemos tenido.
La encuadernación conserva el libro y muchas veces es, además, bonita. Por esto debe procurarse que no se estropee. Se envían pliegos de papel fuerte para que, el que lo sepa hacer, enseñe a forrar con esmero los libros.
El forro es como la blusa de trabajo, que conserva y guarda limpio el traje.

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