sábado, 15 de enero de 2011


..."No estaba solo. Sobre una percha dorada detrás de la puerta, había un pájaro de aspecto decrépito que parecía un pavo medio desplumado. Harry lo miró, y el pájaro le devolvió una mirada torva, emitiendo de nuevo su particular ruido. Parecía muy enfermo. Tenía los ojos apagados y, mientras Harry lo miraba, se le cayeron otras dos plumas de la cola.
Estaba pensando en que lo único que le faltaba es que el pájaro de Dumbledore se muriera mientras estaba con él a solas en el despacho, cuando el pájaro comenzó a arder.
Harry profirió un grito de horror y retrocedió hasta el escritorio. Buscó por si hubiera cerca un vaso de agua, pero no vio ninguno. El pájaro, mientras tanto, se había convertido en una bola de fuego; emitió un fuerte chillido, y un instante después no quedaba de él más que un montoncito humeante de cenizas en el suelo.
La puerta del despacho se abrió. Entro Dumbledore, con aspecto sombrío.
-Profesor -dijo Harry nervioso-, su pájaro..., no pude hacer nada..., acaba de arder...
Para sorpresa de Harry, Dumbledore sonrió.
-Ya era hora -dijo-. Hace días que tenía un aspecto horroroso. Yo le decía que se diera prisa.
Se rió de la cara atónita que ponía Harry.
-Fawkes es un fénix, Harry. Los fénix se prenden fuego cuando les llega el momento de morir, y luego renacen de sus cenizas..."
(Alegoría de la vida)
Fragmento de Harry Potter y la Cámara secreta. Ed. Salamandra. J.K. Rowling.

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