jueves, 20 de enero de 2011



Querida Leya: te vi pasar como un suspiro. una mancha blanca en una fracción de segundo. solo me dio tiempo a pensar que una vez más te habías escapado. qué iba a hacer contigo.

te llamé. pero fiel a tu costumbre me ignoraste. abrí la puerta y te llamé. y me quedé atenta, esperando oir tu paso al trote, el crujido de las hojas de los eucaliptos a tu paso. te esperé en lo alto de los escalones, esperando tu llegada. la lengua fuera después de la carrera y la sonrisa puesta. te esperé, dispuesta a soltarte la retahíla que tan bien te conocías: joder leya eres una pesada, pasa anda. y tú, como siempre, pasando de mi enfado porque sabías que era nuestro juego.

te vi en el camino. y corrí, corrí como lo habías hecho tú un rato antes. y en esos veinte metros supliqué, pensé en que tenía que haber cogido el coche, pensé qué tendrías roto, pensé que no se te ocurriera irte. que si te ibas no te volviamos a ver más. qué haríamos sin ti. coñazo.

querida Leya: hay bípedos, que no aceptan, que seres como tú, puedan manifestar afectos y sentimientos. que puedas querer y reclamar cariño. hay seres, que no aceptan, que ustedes puedan formar parte de la familia, ser un miembro más. son así leya, ni caso.

también hay hijos de puta, que después de jugar os dejan tirados, os matan, maltratan y torturan por divertirse. sí, hay muchos hijos de puta así. también hay asesinos, que escopeta al hombro, y rodeados de una jauría de perros, dicen hacer deporte acorralando a pobres conejos asustados. sí, los hay. ahora también sé, que hay hijos de puta, que entienden que primero está el gris metalizado de su cuatro por cuatro que tu vida. y pasan, y te dejan a un lado del camino. y tan tranquilos se van al trabajo.

a esos Leya, a esos hijos de puta en concreto, les deseo un par de cosas. que no voy a decir en voz alta, porque quiero que mis deseos se cumplan.

Querida Leya. me desperté en la madrugada contigo en el pensamiento. solo quería escribirte esto, darte las gracias, por tu mal aliento, por tus pelos en el pasillo, por el ruido de tus uñas caminando por casa. por ponerte a ver la tele con nosotros, por jugar conmigo a la pelota. por cuidar a mis gatos, por quererlos, por sacarme de paseo los domingos, por darme mimos...

dentro de unos meses, el árbol estará lleno de flores, y este año, las ciruelas del verano estarán un poco más dulces. y que sepas, que cuando te ponías pesada y yo te decía que me dejaras, que no te quería porque yo solo quería a mis gatos, no era cierto. es que no quería que me dolieras como lo estás haciendo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy Bruce, el perro de un autor de Baile de Sol y estoy muy triste e indignado por este post que él me ha leído.
Ánimo.